1. Un modelo educativo focalizado en la euskaldunidad: para que nuestros niños y jóvenes sean euskaldunes completos, conozcan y vivan la cultura vasca y sean plurilingües es imprescindible que la Ikastola tenga un ecosistema vivo que viva en euskera y que viva el euskera y la cultura vasca. Por ello, todas las situaciones/momentos que viven los alumnos y alumnas en el día a día de la ikastola debemos plantearlas como un contexto para aprender, utilizar y vivir el euskera: acciones en el aula, tiempos de recreo, horas de comida, extraescolares, etc. Porque son momentos o espacios idóneos para reforzar la difusión de este tipo de expresiones lingüísticas, para orientar o profundizar en este tipo de comportamiento lingüístico, para conocer tales manifestaciones culturales, etc. Este ecosistema de la ikastola no es aislado, forma parte de otros ecosistemas y debe aliarse con otros ecosistemas dedicados al euskera y a la cultura vasca.
2. Desarrollo personal: Cuando hablamos de desarrollo personal nos referimos a la capacidad de cada uno para crecer desde dentro. Dicho de otro modo, de crecer en las capacidades que aún no hemos descubierto o actualizado; de aprender a gestionar los miedos y dificultades que se convierten en obstáculos en nuestro día a día y en nuestra vida en general; de dar pasos para construir una imagen ajustada de uno mismo; de aprender a distinguir lo constructivo de lo obstruccionista en nuestras conversaciones consigo mismo; de experimentar la pasión que nos despierta por la empatía, la solidaridad, la iniciativa, la creación cuando estamos arraigados en lo que somos Todo esto, cuando lo estamos trabajando, estamos sentando una base importante para contribuir al desarrollo de personas autoconstituidas, euskaldunes enteras y conscientes, resolutivas, corresponsables, estamos alimentando a una persona equilibrada emocional y mentalmente, y el equilibrio, como sabemos, es un elemento imprescindible para iniciar un proceso de investigación/enseñanza.
3. Enfoques y estrategias inclusivas. El enfoque inclusivo humaniza el proceso. Deja de lado las diferencias y recibe a la persona, nos ayuda a tomar conciencia de los obstáculos que hay que superar para que cada persona participe, avance y pone el acento en las capacidades que tienen tanto los niños como los jóvenes que tenemos entre nosotros. Para poder desarrollar el modelo de persona nos planteamos que todos los alumnos y alumnas trabajen en el mismo contexto, porque a medida que vivimos en la diversidad aprendemos a entender la riqueza de esa diversidad, a identificar las necesidades de cada uno en su particularidad y los caminos para su éxito, a vivir la complementariedad entre sí.
4. Contextos para el desarrollo de la capacidad de decisión. No podemos saber con certeza los retos a los que se enfrentarán nuestros niños y jóvenes en la vida, sus ocupaciones. Lo que sí sabemos es que, a lo largo de toda la vida, tanto en la vida profesional como en la personal, tendrán que enfrentarse a nuevas situaciones y resolver problemas, y autonomía. Esta autonomía implica la posibilidad de tomar decisiones desde la responsabilidad. Y entendemos la responsabilidad como un compromiso con uno mismo, con los demás y con el mundo que le rodea.

Por ello, en cada etapa de la ikastola pueden ser diferentes los contextos que se ofrecen para el desarrollo de la autonomía, teniendo en cuenta las características del desarrollo evolutivo del alumnado y las de las etapas. Por ejemplo, de las dinámicas de tráfico autónomo/por rincones/por microespacio, tan arraigadas en Educación Infantil y Primaria, pueden derivarse propuestas para llevar adelante proyectos personales en la etapa de Educación Secundaria. 

1. Aprendizaje entre iguales. Cuando diseñamos una actividad centrada en quien la está aprendiendo, acostumbramos a representarla haciendo algo, pensando algo, comunicándonos con alguien de una manera u otra. Es decir, de manera activa. Si esta misma situación se traslada al ámbito del aprendizaje entre iguales, debe realizar este ejercicio cuando un alumno quiere ayudar a otro en algo, lo que es una situación muy interesante para el alumno que trabaja en ese momento como profesor. Parece que aprender para enseñar a los demás pone en marcha diferentes procesos mentales, que se producen principalmente en el momento de la preparación de la sesión. Parece que aprender para enseñar a los demás pone en marcha diferentes procesos mentales, que se producen principalmente en el momento de la preparación de la sesión.
2. Evaluación educativa. La función de la evaluación es fundamental en el proceso. Existen diferentes formas de entender y aplicar la evaluación: diagnosticador/a, calificador/a, educador/a, etc. Entre todas ellas creemos que la evaluación educativa se corresponde con la manera de entender el desarrollo de nuestra persona. Tanto la evaluación externa diagnóstica como la calificadora pueden tener su espacio en otros ámbitos y funciones, por ejemplo, para realizar análisis comparativos entre centros educativos nacionales e internacionales. Pero el eje de nuestra evaluación es educativo. Es educativo porque el alumno o la alumna conoce en todo momento dónde está, teniendo en cuenta los objetivos y porque identifica dentro de esos objetivos tanto los bien hechos como los que hay que mejorar. Es un ejercicio de empoderamiento para el alumno, una evaluación educativa. Y es que el alumno tiene que interiorizar realmente que el proceso de aprendizaje es suyo, que la vida es suya y sólo de nadie, y que está sentando las bases para construir su propio proyecto de vida por cada paso que da en ese proceso de aprendizaje.
3. Codocencia. Cuando hablamos de codocencia nos referimos al diseño, planificación, implementación, evaluación y reflexión del proceso de aprendizaje que dos o más profesores organizan conjuntamente para un grupo de alumnos y alumnas. A día de hoy, en la mayoría de los centros predomina el funcionamiento por parámetros hora/aula/profesor/grupo/asignatura. Esto dificulta el ejercicio de la docencia. Es un paradigma construido sobre la lógica de "Mis" alumnos y alumnas, "mi" aula, "" asignatura. La codocencia rompe con todo ello y da una dimensión cooperativa al proceso de enseñanza. Esto exige inevitablemente romper con los límites que nos imponen estos parámetros antes mencionados.

Ofrece contextos más personalizados. Permite al alumno tener un compañero de viaje en su proceso de aprendizaje, que estará a su lado, su facilitador, su principal referente. Junto a ello, a la hora de trabajar conjuntamente varios profesores de diferentes perfiles ofrece al alumno una visión más unitaria e integral, como ocurre en la vida real. Por otro lado, le ofrece un modelo, una forma de aprender a trabajar en equipo. Las investigaciones educativas dicen que el alumno aprende en grupo y que, de la manera que se necesitan espacios para la transmisión de explicaciones sobre los diferentes recursos de contenido, se necesitan momentos de planificación en grupo, de investigación, de actuación, de evaluación. El aprendizaje colaborativo, el aprendizaje cooperativo, por tanto, no son pura moda, han venido para quedarse. Y todo ello acompañado de una práctica docente ejemplar de la colaboración entre adultos.

También ofrece varias posibilidades al profesorado. La posibilidad de actuar en equipo; de aprender de sus compañeros; de alimentar su motivación por el trabajo; de crecer en el respeto, en la flexibilidad, en la comunicación. Ofrece una mirada más variada sobre cada alumno. La práctica pedagógica es además más transparente y hay más imparcialidad en el alumnado sobre los comportamientos que se observan. 

1. Dinámicas globalizadas basadas en contextos reales y acción investigadora. En las dinámicas globalizadas basadas en contextos reales y en la acción investigadora, el alumnado trabaja en la adquisición de conocimiento de primera mano; en la comprensión de situaciones contextuales; en la utilización de conocimientos para un mejor análisis de la situación; en la utilización de lo aprendido y en la creación de algo, en la intervención activa en la experiencia en el contexto real; en la reflexión; en la comunicación con los participantes en estas situaciones; en la conceptualización de la propia experiencia... Con dinámicas globalizadas, damos cabida al pensamiento complejo, a la creatividad y al debate. Porque las situaciones del contexto real suelen ser complejas, interdisciplinares, que requieren relacionar y utilizar diferentes saberes. La dinámica globalizada basada en contextos reales y en la investigación-acción nos permite poner en marcha un proceso de aprendizaje rico y enriquecedor, además del desarrollo de personas decisorias emprendedoras, transformadoras y cooperativas expresadas en el modelo de persona.
2. Una comunidad educativa fuerte, compacta y viva. Y cuando hablamos de comunidad educativa nos referimos al tejido relacional y colaborativo que forman personas e instituciones que están incidiendo en la educación en un lugar y momento determinado. Y es que los vínculos y relaciones que se construyen entre personas, colectivos e instituciones convierten a toda esta red en una comunidad educativa. No se trata, por tanto, de abrir la ikastola al pueblo o de impulsar la colaboración entre ikastola y pueblo, sino de hacer nuestra labor educativa conjunta con los agentes locales, es decir, pasar de diseñar e implementar los proyectos educativos de la ikastola a diseñar e implementar los proyectos educativos de barrio o pueblo. Pero para que una persona, una colectividad o una institución puedan trabajar en este sistema junto con otras personas es necesario que se sientan parte de la comunidad. Y para sentirse partícipe es imprescindible sentirse quién y participar tanto en los proyectos como en los centros de decisión. Y ello exige también posibilitar estructuras y procesos participativos.
3. Cultura de la evaluación. Cuando imaginamos una ikastola que ha asumido la cultura de la evaluación para mejorar pensamos en una serie de características. Vemos que la evaluación está normalizada en ella: tanto el aprendizaje y desarrollo del alumnado, como la práctica de los educadores y educadoras, así como la organización y gestión de la ikastola como institución y el propio paradigma educativo. Y que la evaluación que se realiza en estos cuatro estratos está sesgada, es decir, que la evaluación de la práctica de los educadores y educadoras hace que el aprendizaje y desarrollo del alumnado sea un éxito, y la organización y gestión de la ikastola en la mejora de la práctica del profesorado.

Este enfoque incide no sólo en la mejora de los resultados, sino también en la forma de trabajar, porque para que sea posible y eficaz es imprescindible la cohesión entre los miembros, la pertenencia, la confianza, las actitudes y aportaciones respetuosas, la comprensión de las aportaciones de los demás como propuestas de mejora y no como crítica, etc. En definitiva, esta cultura de la evaluación se desarrolla junto con la cultura colaborativa, el hábito de cooperar, el comportamiento y las pautas comunes que contribuyen a ello, la buena forma de comunicarse entre las personas.